Agua de coco para salvar vidas

En 1992, un joven veterinario granadino decidió viajar a Camboya con la ONG francesa Action Nord-Sud. Cuando José Luis Guirao Piñeyro llegó a Battambang quedó absolutamente impactado por las secuelas físicas y psicológicas que la cruenta guerra había dejado en la población camboyana. Así que durante los dos años siguientes trabajó para abrir, en 1994, una casa de acogida para las familias que vivían en la calle. Por aquel entonces, una época de terrible escasez, el único “suero” accesible para estas personas era el agua de los cocos que crecían en los árboles. Mientras tanto, desde España, los amigos y familiares de José Luis constituyeron una ONG, que se convirtió en el origen de lo que hoy es la Fundación Agua de Coco.

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La lucha contra la malnutrición es uno de los pilares de la entidad. FOTO: F. Agua de Coco


Ya son más de veinte años trabajando en terreno y durante todo este tiempo la entidad ha crecido mucho. También en el sentido geográfico, ya que actualmente desarrolla su labor en Madagascar, además de en Camboya, donde empezó todo. Precisamente allí, en Battambang, Agua de Coco convive con otra ONG española, S.A.U.C.E, liderada por el asturiano Kike Figaredo. “Kike y José Luis, nuestro presidente, empezaron casi a la vez su experiencia en Camboya. En Battambang somos buenos vecinos y amigos desde hace muchísimos años; nos une un profundo respeto por su trabajo y mucho cariño de tanta historia juntos”, comenta Eva Rodríguez, gerente de Agua de Coco.
Las dos entidades fueron galardonadas con el Premio Luis Noé Fernández de Lucha contra el Hambre, en 2011 y 2012 respectivamente. Y ambas coinciden en abanderar la educación como motor del desarrollo. Así lo explica Eva Rodríguez: “Nuestra principal meta es contribuir a la mejora de la calidad de vida de los colectivos en situación de exclusión social en países del Sur, tales como Madagascar, Camboya o Brasil, poniendo un especial esfuerzo en la infancia y su entorno familiar, apostando por la educación inclusiva como motor de desarrollo. Trabajamos para la mejora de la calidad de vida de niños y niñas y su entorno familiar a través de un programa innovador e integral, basado en tres ejes: educativo, social y ambiental”.

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El acceso a la educación es fundamental para el desarrollo. FOTO: F. Agua de Coco

 

La principal lacra social contra la que lucha Agua de Coco es la desnutrición aguda y crónica, y lo hace mediante aportes alimentarios y complementos vitamínicos. También consideran fundamental la prevención y la sensibilización en buenos hábitos de higiene y salud y la atención especial a mujeres embarazadas y recién nacidos. Para esto último han puesto en marcha la “Estrategia de los 1.000 días”, que tiene como objetivo acabar con la desnutrición crónica actuando en el periodo ventana, es decir, durante el embarazo y en los dos primeros años de vida del niño. Todo este tiempo constituye un período crítico, ya que la nutrición en esa etapa de la vida juega un papel preponderante en el potencial desarrollo físico e intelectual del adulto futuro.

 

Un coro de góspel
En el plano educativo, la Fundación tiene una escuela primaria y secundaria y en los últimos años ha querido reforzar las actividades complementarias creando un Centro de Arte y Música que atiende a más de 800 niños y niñas y les forma en diversas disciplinas artísticas. Todo empezó con la formación de un pequeño coro como una forma de ofrecer un ocio positivo a través de la música a niños muy pobres de varios barrios de Tulear (al sur de Madagascar). “Poco a poco su calidad artística y humana nos fue sorprendiendo, y en 2008 nos atrevimos a organizar la primera gira por España de la coral infantil. Funciona maravillosamente, de esta primera coral nacieron otras agrupaciones y proyectos que hoy forman parte del Centro de Arte y Música, donde cientos de niños aprenden piano, guitarra, orquesta, circo, teatro, batucada… Además, hemos realizado más de doce giras por Europa: España, Andorra, Francia, Suiza… difundiendo el mensaje de los Derechos de la Infancia”, relata Eva Rodríguez. El coro “Malagasy Góspel” actuó en el acto de entrega de los Premios Luis Noé Fernández en 2012, justo después de que la entidad recogiese su distinción, protagonizando uno de los momentos más emocionantes de la historia de los galardones.
La transparencia es uno de los pilares de esta organización, que tiene todos sus datos a disposición quien desee consultarlos en su página web. Además, a través de sus programas de voluntariado internacional y turismo solidario se pueden visitar los proyectos y conocer de primera mano el trabajo en terreno. Abrir las puertas de su casa es parte del trabajo de sensibilización, en el que centran todos sus esfuerzos en Europa mediante una red de voluntariado y acuerdos con otras entidades. En España, el programa estrella en este sentido es el proyecto “Námana”, un hermanamiento entre niños y niñas “del norte y del sur” a través de las escuelas. Los colegios españoles y malgaches se hermanan y realizan multitud de actividades juntos a lo largo del año, manteniendo el contacto a través de video-conferencias, cartas, etc. “El mundo hoy es global y es imprescindible hacernos sensibles a los problemas y situaciones que viven los niños en otros países, empaparnos de otras realidades, como ciudadanos, como consumidores… Todos tenemos formas de ayudar a mejorar las cosas”, reflexiona la gerente de la entidad.

“El mundo hoy es global y es imprescindible hacernos sensibles a los problemas y situaciones que viven los niños en otros países”.

Pero si algo caracteriza a la Fundación Agua de Coco es el color y la alegría, la luz que desprenden todos los niños que pasan por sus manos. Más de veinte años de historia guardan innumerables testimonios inspiradores, como el de Florance, una pequeña de once años con problemas de movilidad en las piernas que pasaba los días encerrada en su casa. Florance se unió al coro y viajó con el Malagasy Góspel en su primera gira, ayudándose de unas muletas primero y de una silla de ruedas después. Actualmente es la asistente de dirección de la coral, ha terminado sus estudios de secundaria y ha conseguido salir adelante con mucho esfuerzo. Para el equipo de la Fundación Agua de Coco es todo un orgullo ver progresar a pequeños como ella. Así lo narra Eva Rodríguez: “Recuerdo cómo nos daba las gracias una y otra vez, decía que nunca nadie había cuidado de ella así antes… Gracias a Florance, y a las 20 niñas de la primera coral Malagasy Góspel, hoy hay más de 800 niños y niñas en un flamante Centro de Arte y Música, recibiendo una educación y disfrutando de su tiempo de forma saludable”.

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El coro «Malagasy Góspel» recorre varias ciudades europeas defendiendo los Derechos de la Infancia. Foto: http://www.milvoces.org

Actualmente, la Fundación Agua de Coco desarrolla su actividad en Camboya y Madagascar y a lo largo de todos sus años de vida ha creado una estructura de trabajo presente en ocho países. La ONG cuenta con 1.600 socios que hacen posible llevar a cabo los dieciséis los proyectos que tiene en marcha, agrupados en los tres ejes en los que basan su actuación: educativo, social y ambiental. Lo que empezó con una pequeña casa de acogida en Battambang es hoy una gran red de cooperación internacional que no ha perdido la esencia de aquellos primeros días. Entonces, el agua de coco salvaba las vidas de los niños damnificados por la guerra; hoy además, les construye un futuro a través de la educación y les convierte en personas libres y capaces de tomar decisiones sobre su propio destino.

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