Luis Ignacio Álvarez González es profesor en la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Oviedo y experto en innovación social y fundaciones. Ha estado vinculado a los Premios Luis Noé Fernández como miembro del jurado desde la primera edición de los galardones, en el año 2010, en la que contribuyó a la deliberación de la modalidad de Nutrición. Durante los últimos tres años ha formado parte del comité de profesionales en materia de Lucha contra el hambre, categoría en la que repetirá en esta VIII edición de los Premios.
Usted fue jurado de la categoría de Lucha contra el hambre en la primera edición de los galardones y ha vuelto a serlo durante los últimos tres años. ¿Ha notado una evolución en este tiempo?
Sin duda. Evolución tanto en el Premio en sí mismo como en las candidaturas presentadas. Recuerdo la primera edición como de mucha ilusión y sentimiento, en la que las candidaturas, limitadas en número, describían sus actividades sin reparar tanto en poner en valor su impacto, sostenibilidad o carácter innovador. Por el contrario, estas últimas ediciones han venido marcadas por el alto nivel de exigencia y profesionalidad a la hora de destacar estos parámetros, lo que como jurado es realmente gratificante.
¿Ha percibido un cambio con respecto al tipo de candidaturas recibidas
Obviamente. Como decía, nos encontramos con candidaturas más sólidas, de mayor impacto, y me gustaría destacar, cada vez mejor presentadas y formuladas. Además, es importante destacar la procedencia internacional de cada vez más candidaturas, sin que eso suponga la ausencia de proyectos de origen y/o impacto más local y regional. En definitiva, se ha avanzado significativamente en la heterogeneidad de las candidaturas presentadas.
El jurado de Lucha contra el hambre debe elegir entre proyectos muy diversos, desde cooperación en países en desarrollo hasta iniciativas de intervención social en nuestro propio país. ¿Complica esto la tarea de juzgar las candidaturas?
No cabe duda de que resulta difícil valorar candidaturas muy heterogéneas, como señalaba, por realidad sectorial, tamaño, alcance… Pero el hecho de que no contemplemos un único criterio de valoración (realmente son varios: impacto humano y social del problema, innovación y originalidad, coherencia y logros de las actividades, sostenibilidad posibilidad de réplica, y comunicación y difusión del proyecto), nos permite ponderar la heterogeneidad y que todas las candidaturas tengan las mismas posibilidades.
En 2012 formó parte del jurado de la categoría de Nutrición y la entidad galardonada fue Global Humanitaria. ¿Qué le pareció esa experiencia?
Para mí fue una experiencia diferente al jurado de la categoría de Lucha contra el hambre. Mi aportación se dirigió principalmente a poner en valor las fortalezas de cada organización candidata al Premio, puesto que la valoración del contenido de cada proyecto de Nutrición tenía que correr necesariamente a cargo de los excelentes profesionales que me acompañaban en el jurado. Me quedé especialmente sorprendido por el altísimo nivel de los proyectos que desarrollan en España distintas instituciones y entidades, públicas y privadas, auténticos referentes a nivel mundial en el campo de la investigación nutricional.
¿Recuerda alguna deliberación especialmente dura?
Las deliberaciones más que duras son intensas, con un incesante intercambio de opiniones. Como indicaba previamente, son muchas las variables a tener cuenta. En este contexto, quizás por ser la más reciente, recuerdo la pasada edición del premio en la que mantuvimos un intenso debate respecto al carácter innovador en lo social y el alcance que debía tener el proyecto ganador. Finalmente, creo que seleccionamos una propuesta en la que se aunaban ambas variables y en la que el premio otorgado debía contribuir potencialmente a favorecer la sostenibilidad del proyecto.
¿Qué criterios imperan, desde su punto de vista como profesional y experto en innovación social, a la hora de decantarse por un proyecto?
Desde el punto de vista de la innovación social siempre me fijo en que el proyecto (1) esté orientado al bien común, teniendo como objetivo satisfacer o solucionar problemas sociales, (2) sea un proceso participativo/colaborativo, (3) implique una mejora respecto a las soluciones previas (mayor eficacia, eficiencia y/o sostenibilidad), y (4) suponga una transformación efectiva en los comportamientos y prácticas sociales.
¿Recuerda alguna entidad/proyecto con especial cariño?
Realmente recuerdo con sumo cariño todos y cada uno de los proyectos premiados. Como se suele afirmar, muy complicado señalar uno en concreto; siempre, te dejarías al resto. Pero sin duda, lo que más satisfacción me genera es comprobar como todos y cada uno de los Premiados se han consolidado a lo largo del tiempo en su lucha contra el hambre desde distintas perspectivas. Esta realidad debe llenar de orgullo a la Fundación Alimerka, y a su patronato y responsables, en la medida en que pueden estar seguros de que su esfuerzo se materializa en compromiso en la lucha contra la escasez de alimentos en distintos lugares del planeta.
¿Qué importancia considera que tienen este tipo de premios, de carácter corporativo, para las entidades sin ánimo de lucro?
Con cierta miopía uno puede caer en el error de asimilar la importancia del premio con su dotación económica. Sin embargo, las consecuencias para el ganador van mucho más allá. El premio supone notoriedad, imagen, prestigio, reconocimiento, reputación… Un conjunto de intangibles, en definitiva, que contribuyen decididamente a que las organizaciones ganadoras se posicionen en la sociedad y sean capaces de proporcionar más y mejores ayudas a todas aquellas personas que tienen serias dificultades para acceder a una alimentación digna.
Esta octava edición aún es toda una incógnita (el día 11 de septiembre se abre el plazo de recepción de candidaturas) pero, ¿qué expectativas tiene? ¿Qué le gustaría encontrarse en su carpeta el próximo 9 de noviembre en la sesión de deliberación del Jurado?
Pregunta complicada. Teniendo en cuenta la evolución de los premios a lo largo de estos últimos años estoy seguro de que nos volveremos a encontrar con candidaturas cada vez más innovadoras que nos sorprenderán gratamente por su capacidad de demostrarnos que es posible llegar a muchas personas con un uso eficiente y eficaz de los recursos disponibles. Quizás esa sea mi expectativa. Espero sinceramente que se cumpla.